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lunes, 31 de diciembre de 2007

MENSAJE DE PAZ

Hoy me he de levantar con aires nuevos. Dejaré atrás todo lo que me ata. No miraré dolores, tristezas, penas, ni nada de aquello que me impida ser feliz. Arrojaré a un lado las sábanas y al ver la luz primera, agradeceré por el nuevo día; de poder oír el canto alegre de las aves, las voces de mis seres queridos; de poder ver la luz de la mañana; sentir el olor del pan horneado, y del silencio, que va quedando atrás, con la agitación de la ciudad que despierta.

Al salir de casa seré alegría para los demás, y aceptaré el saludo y sonrisa de las personas; les daré mi mejor esfuerzo y trataré de ser portador de un mensaje de paz. Ofreceré mi tiempo a quien lo necesite, y haré del servicio, una filosofía de vida. No reclamaré nada a cambio, que mi satisfacción será el deber cumplido conmigo mismo. Tendré en cuenta el ejemplo de todos aquellos que trabajan desde muy temprano y que se esmeran por ayudar a sus hermanos, a su madre enferma, o por llevar un pan para sus hijos. Aprenderé de ellos, el sacrificio, y la importancia del presente; haré como ellos, para que cada acción, sea la más importante.

Dejaré atrás las preocupaciones y sólo me preocuparé por ellas, luego de realizar mi trabajo; mientras tanto seré conciente de todos mis actos y los haré de la mejor manera posible. No temeré a equivocarme y si ello sucede, primero me reiré de mi torpeza, e inmediatamente lo intentaré de nuevo, y lo haré mejor. Nadie en la vida, deja de cometer errores, ellos no deben paralizarnos, no hay que temerles. Los problemas siempre se resuelven intentando soluciones y cuando se la encuentra, hay que tomarla como parte de nuestra vida. No es bueno caer siempre en los mismos errores, pero si lo hiciera, tendré el valor para levantarme.

Hoy quiero apreciar todo lo bello que ofrece la vida; y esto se encuentra en lo simple, en un paseo, en una conversación o en una comida sencilla. Hoy veré en cada persona una oportunidad para ser mejor; para llevarle alegría, para ofrecerle ayuda, para acompañar su soledad. No mediré el tiempo ni estaré pendiente de él, no permitiré se convierta en un yugo. Haré mis cosas con calma, organizadamente, y si algo no lo puedo hacer hoy, no me preocuparé, lo haré mañana. Dedicaré mi mejor esfuerzo, esbozaré mi mejor sonrisa, estaré aseado, limpio, y me ofreceré ante cada uno, como si tuviera una cita pendiente. Cumpliré todos los requerimientos y haré todo lo posible para ayudar al prójimo. Si la fuerza no me acompaña, no dejaré de luchar, sólo tomaré un descanso, para retornar luego, con más empeño.
POR TI; POR MI...
24-11-01

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