Soy la lluvia,
que empapa tus campos sedientos de amor,
aquella, que recorre tu piel
y moja tu cabeza harta de sol;
la que hace florecer tus cosechas,
y que sirve para que puedas represar el agua,
que luego bebes con devoción.
He visto tus ruegos al Cielo,
al sembrar tus campos de soledad,
a fin de obtener el fruto deseado;
y ahora que veo, que éste llegó a ti,
cuando menos lo esperaste,
y te hizo feliz otorgandote el fruto fecundo.
Debes comprender que escuché tu ruego
cuando alzaste las manos al cielo,
Implorando divino amor;
y así, llegué; y recibiste la lluvia,
como cuando alargas tus manos a alguien,
recibiendo su respuesta rápidamente.
Si supieras que para que yo exista
debió existir primero el calor;
comprenderías,
que para que llegue a ti la justicia,
tendrás que andar a la brega,
en largos días de Sol a Sol.
(02-11-00) vers. 01
(25-10-20) vers. 02
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