Expondré mis níveas mejillas al viento
y soportaré sus rigores,
dejando esculpir
en mi alma
sus designios.
Resistiré pacientemente cada día,
como lo hace un bloque de piedra,
ante los golpes del cincel,
que no espera, convertirse a futuro,
en obra bella.
Dejaré se vaya, todo lo innecesario,
y sólo quede en mi, una grácil figura,
que irradie en sus ojos,
haber superado, penas y reveses.
Permitiré al viento, moldee con su fuerza,
mi espíritu; le de forma y vida,
para ser ejemplo palpable,
de lo que en un ser humano,
puede hacer el dolor,
al pasar el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario